¿A qué hueles?

Estoy segura que uno de los sentidos que más disfruto es el olfato.

En sus dos sentidos, en sus dos connotaciones.
Ayer olí. Olí a chocolate y café al mismo tiempo, el olor fue agudo directamente a mi nariz como un regalo, no pude más que cerrar los ojos y disfrutar de aquel olor limpio de recuerdos, limpio de emociones, libre de retratos y de gente, simplemente estaba ahí invitandome a escuchar lo que me decía el olor intenso a chocolate y café, sólo existía eso, el olor y nadie más.
Era un vaso de baileys. Me preguntaron '¿quieres?' y sin decir nada tome el vaso y al inclinarlo para tomar un trago el olor me poseyó, me tomó entre sus brazos mientras yo cerraba mis ojos.
Entonces me di cuenta, el olfato es uno de mis sentidos preferidos pero regularmente en el que menos reparo.
Huelo todo, la comida recién hecha, la basura, el smog, el perfume mío y el de los conocidos y desconocidos, pero olores preferidos sólo tengo dos: el olor a café y el olor de una esponja.
Hace poco disfrute el del café, entre a un sitio que por donde se mirara olía a café, incluso sentías que te estabas sentando en grandes sacos llenos de granos de café, en realidad eran sillones recómodos, en fin el caso es que olía a café.
Y el de la esponja hace mucho que no lo huelo, y es que me desespera, me gusta tanto que me encantaría morder la esponja una y mil veces, sin parar, entonces me encanta oler una esponja mojada o seca no importa, pero es difícil que pueda dejar de hacerlo una vez que empieza, muy parecido a cuando río por una tontería y es que mis ataques de risa son siempre provocados por una tontería, pero de eso hablare después.
El caso es que pocas veces soy consciente de los olores, a menos que estén asociados a algo, a alguien.
Me pasa que mis recuerdos en algunas ocasiones se hayan ligados totalmente con los olores, incluso si me pasa que huelo un recuerdo puedo reconstruir rápidamente la escena, el momento preciso en que ese recuerdo se ato con el olor, puedo recordar colores y sobre todo la manera en la que me sentía en ese preciso instante.
Pero sin el olor difícilmente puedo recordar, ahora me cuesta trabajo poner un ejemplo de lo que digo, a menos que oliera algo que me recordara.
Porqué pasa, no lo sé, cuándo pasa, no lo sé, pero sucede constantemente, ojalá fueran puras cosas hermosas, pero a veces en esa cajita de olores también hay malos recuerdos.
El caso es que ayer disfrute de un olor libre, libre como aspiro a sentirme, como una mariposa que extiende sus alas.
Y el otro olfato al que me refería es el femenino, el presentimiento, el sentido del saber, el habla del corazón, la verdad que nos persigue, yo que sé, eso que siempre nos dice qué es lo que pasa aunque algunas veces preferimos no hacerle caso.
Siento que está mal dicho que es femenino, porque seguro los hombres también lo sienten, no lo sé habría que preguntarles, habría que preguntarles a las mujeres si lo sienten así.
El caso es que he pensado que más bien soy muy suspicaz, extremadamente observadora de los detalles, pudiera armar un hecho con sólo los detalles, a veces siento que exagero, pero cuando lo he hecho hasta me sorprendo de la razón que tenía.
Y es siento que es ahí donde está la más profunda verdad de las personas, en los detalles, en las cosas no dichas, en las pequeñas cosas que son distintas al resto, a lo que no es cotidiano ni mundano, a una mirada de ojos, un gesto, un sonido de la voz, un simple acto diferente que revela la más poderosa verdad, de esa que nunca puedes escapar.
Tal vez por esta exageración que ahora quiero, aquel corazón que presiente que tengo en mi pecho puede decirme hacia dónde ir o hacia dónde oler, jiji.

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